21 de novembre del 2013

Mitologías y misterios del valle del Baztán

[El Mundo, 21 de noviembre de 2013]


Dolores Redondo vuelve a su 'territorio' mítico con 'Legado en los huesos', continuación de 'El guardián invisible'

P. Unamuno


La novela negra actual acude cada vez más al retrato de personajes y atmósferas para acompañar a la resolución de una trama indispensable. Si las novelas de Mankell ahondan, a su parca manera, en los sentimientos de Wallander entre nieve sucia y barro, si las de Márkaris cuentan en primera persona lo que piensa Jaritos mientras conduce por una Atenas demencial, 'La Trilogía del Baztán' de Dolores Redondo (San Sebastián, 1969) penetra en los fantasmas interiores de Amaia Salazar en un ambiente donde la lluvia y la niebla son fundamentales.
Tanto lo son que Redondo afirma rotundamente que «el paisaje es el protagonista» de 'Legado en los huesos', segunda parte de este tríptico, que acaba de editar Destino. Elizondo, capital del Baztán, es un lugar «con carácter, pero cuyo clima cerrado y propensión a la oscuridad determina la manera de vivir y de relacionarse de sus gentes». Además de la lluvia sempiterna, la niebla que «resbala por la montaña y se queda estancada en el valle» es su rasgo distintivo. «Hay jornadas en las que sabes que no amanecerá, que hay por delante otro día de plomo», pero cuando el sol brilla y se filtra a través de las copas de los árboles, de la manera tan hermosa como allí lo hace, adquiere el valor de «una esmeralda auténtica».
En ese escenario resulta fácil, según la autora, creer en diversas criaturas que los niños conocen allí desde el colegio: brujas, lamias, el Basajaun de 'El guardián invisible' -la primera parte de la trilogía- y el Tarttalo o cíclope de Legado en los huesos. Cuando «la naturaleza marca tanto la pauta y te tiene tan apretado, la cultura es inevitablemente más druida, más cercana al árbol, a la tierra, al agua y la nube».
Al éxito arrollador de 'El guardián' no puede ser ajena la simbiosis made in Dolores Redondo entre género negro y algo que muchos están tentados de llamar «realismo mágico a la navarra». La inspectora de la Policía Foral Amaia Salazar debe desentrañar en esta novela una serie de crímenes que, como en la anterior, la sitúan cara a cara con su trágica infancia y le obligan a moverse como puede «entre lo visible y lo invisible». Mientras atiende o mal atiende a su niño recién nacido, la investigadora busca «el equilibrio entre las pruebas tangibles y lo que no le cuadra; su intuición responde a unas señales que no ha interpretado de modo consciente pero sí ha ido procesando».
Redondo reside ahora mismo en la Ribera de Navarra, un paisaje opuesto por cierto al de Baztán, y puede dedicarse plenamente a la escritura. El boom de 'El guardián invisible' fue tal que en Elizondo las tortas de 'txantxigorri' vuelven a cocer en los obradores y se organizan visitas a los escenarios del libro, como las del Estocolmo de Stieg Larsson. Precisamente, el productor de la trilogía 'Millennium', Peter Nadermann, está decidido a rodar en el valle la versión cinematográfica de las novelas de Redondo.
El riquísimo bestiario de la mitología vasconavarra convivió en la imaginación de la niña Dolores con las 'meigas' y demás criaturas mágicas de que le hablaba su abuela gallega, quien también puso en ella otra simiente de la Trilogía del Baztán: «Quería escribir una novela sobre el matriarcado, hablar de familias como la mía en las que las mujeres tienen mucha fuerza y quedan al frente del hogar cuando los maridos tienen que salir -habitualmente al mar, como el suyo- a buscarse la vida. Unas veces volvían y otras no. En la zona donde yo vivía había un índice altísimo de viudas y huérfanos».
En la última entrega de la trilogía, la criatura legendaria que ejercerá de hilo conductor será Mari, la diosa de las tormentas y un personaje cobrará especial relevancia Dupree, el misterioso agente del FBI.





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